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«¿Te acuerdas de cuando estuvimos encerrados en casa?»

Para que dentro de unos años, cuando navegue por mi blog releyendo mis artículos, pueda acordarme de lo vivido en estos días raros, muy raros, quiero dejar constancia en él que a día de hoy mi familia, al igual que la de todo quisque, lleva encerrada tres semanas en casa debido al estado de alarma impuesto por el Gobierno a raíz de la COVID-19. Bueno, mi pobre hijo lleva cuatro semanas, porque con anterioridad al confinamiento se puso malo de otra cosa. Unas semanas que se están haciendo un tanto duras porque se nos han roto las rutinas del día a día, y eso que ninguno de nosotros hemos pillado aún el dichoso bichovirus (o eso creemos).

A día de hoy tengo 42 años (cómo pasa el tiempo) y no recuerdo nada de cuando tuvo lugar el golpe de estado del 23-F de 1981. Tenía 3 años cuando sucedió. Todo lo que sé al respecto viene de lo que me contaron, estudié y vi por televisión. En cambio, mis amigos y familiares de más edad se acuerdan de todo. Más de una vez les he visto hablar de ello y siempre han acabado recordando dónde estaban, con quién estaban y qué estaban haciendo en aquellos momentos del «¡quieto todo el mundo!«.

Me acuerdo de días fuertes marcados por ETA (en mi mente guardo imágenes del atentado a la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, el atentado a Irene Villa, el secuestro de Emiliano Revilla, del secuestro de Ortega Lara, el asesinato de Miguel Ángel Blanco…). Me acuerdo de dónde estaba, qué estaba haciendo y la rabia que sentí.

Me acuerdo del avión de Spanair que se estrelló en Barajas. Me acuerdo del metro de Valencia. Me acuerdo del AVE que iba a Santiago. Me acuerdo del 11 de marzo de 2004. Me acuerdo dónde estaba y con quién.

Me acuerdo de la Guerra del Golfo. Me acuerdo de ver los bombardeos por la tele. Me acuerdo de la Guerra de Yugoslavia. Me acuerdo de las crónicas de Pérez Reverte. Me acuerdo de la guerra civil en Ruanda. Me acuerdo de la gran película que hicieron 10 años después. Me acuerdo de la Guerra de Irak. Me acuerdo de cómo ejecutaron a Sadam Hussein. Me acuerdo del 11 de septiembre de 2001.  Me acuerdo de ver cómo saltaba la gente de lo alto de las torres antes de venirse a bajo. Me acuerdo de mirar estupefacto la pantalla del televisor.

Hechos de los que me acuerdo por haberlos visto en la tele, escuchado en la radio, o leído en la prensa. Hechos que me hicieron experimentar sentimientos de rabia, tristeza, pena, dolor, tensión. Por conmoverme, por llorar, por empatizar con las víctimas involucradas en aquellos sucesos.  Y por qué no decirlo, por dar las gracias a Dios porque ni yo, ni ningún familiar, ni ningún amigo, estuviéramos en medio de esas desgracias. Seamos sinceros, salvo en casos excepcionales, el ser humano es egoísta y no es lo mismo lo que te pasa a ti, que lo que me pasa a mí.

Pero lo que son las cosas, de esta pandemia bichovírica sí que me voy a acordar el resto de mi vida. Vivir un confinamiento en casa. Tener la movilidad restringida. Tener amigos que han estado enfermos, en cuarentena o lidiando directamente con la situación al ser personal sanitario, fuerzas de seguridad, fuerzas armadas, personal de limpieza o personal de supermercados. Ver cómo en las noticias todos los días se producen más contagios y más muertes. Ver cómo el sistema sanitario español se desborda de contagiados. Ver cómo en ciertos lugares no se pueden enterrar a los muertos. Ver cómo muchos fallecidos son gente mayor que acabó sus días apartada de la sociedad en algunas residencias convertidas en auténticas arcas de muerte. Ver cómo se para todo un país al decretarse el parón de la actividad económica. No ver nadie en las calles. No poder acercarte a casa de los tuyos.

Me voy a acordar de que en la puerta, antes de salir de casa me ponía los zapatos de calle. Que en el coche comprobaba llevar mascarilla y guantes, así como desinfectantes varios. Que en las carreteras, al ir al trabajo, únicamente me cruzaba con cuadrillas de trabajadores del campo enfundados en mascarillas y guantes. Que en el trabajo, las personas nos evitábamos al cruzarnos por los pasillos o al entrar a una sala. Que antes de la pandemia me lavaba las manos menos que después de la pandemia. Que sin ser una persona aprensiva, me despertaba pensando en el bichovirus, que trabajaba pensando en el bichovirus y que, si dormía, soñaba con el bichovirus.

Y me voy a acordar de que al final el bichovirus pasó. Y de que el bichovirus cambió una sociedad hasta entonces imbecilizada, que se creía a salvo de cualquier posible adversidad.

Si bien nuestros abuelos sufrieron una guerra civil y una postguerra que les llevó a generar hábitos tales como el acopio de comida, el consumir lo necesario o el ahorrar para cuando la vida se torciera, hay toda una i-generación (por lo de imbecilizada), que hasta la llegada de la COVID-19, nunca se había parado a pensar en cuán vulnerables somos, en valorar lo importante que es poder mantener unas rutinas en nuestras vidas, en querer salir a pasear por nuestras calles, en comprender lo necesario que es el contacto con aquellos a los que queremos (padres, hermanos, tíos, amigos, vecinos…). Y toda esta i-generación, a la que yo también pertenezco con mis 42 años, también va a cambiar hábitos como ya entonces hicieron nuestros abuelos.

A día de hoy, mi hijo mayor tiene siete años y la pequeña un año y medio. Dentro de veinte años la pequeña no se acordará de nada de lo que hemos vivido en estos días de vértigo. Lo que sepa del coronavirus COVID-19 lo sabrá por lo le hayamos contado, lo que haya estudiado y lo que vea por redes sociales e informativas. Y ella verá cómo hablamos en casa de este capítulo de nuestras vidas, cómo su hermano mayor me dirá: papá, ¿te acuerdas de cuando estuvimos encerrados en casa?

silhouette of people at landscape sunset in the sea

1 comment on “«¿Te acuerdas de cuando estuvimos encerrados en casa?»

  1. PH nos acordaremos seguro y volveremos a tener esta sensación de impotencia y de no creerlo pq parece una película, parece una de esas historias que algún amigo cuenta de adupciones pero esto es real te aseguro que nos acordaremos.

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