En las vacaciones de verano hay que buscar tiempo para leer. ¿Acaso hay algo más relajante que leer de forma despreocupada algo que te guste? Piensa en esas tardes de estío bajo la sombrilla, sintiendo la brisa del mar en la cara, escuchando el sonido de las olas al fondo y disfrutando de la única compañía de tu voz interior contándote una interesante historia.
Y en verano, aún estando en la playa, ¿qué tal leer una historia de aventuras, mar e islas? Porque mira que hay historias de aventuras, mar e islas mucho más allá de «Supervivientes»: «La isla misteriosa» de Julio Verne, la isla de «Robinson Crusoe» de Daniel Dafoe, la «Isla del Dr. Moreau» de H.G. Wells, la isla del «Naufrago» de Robert Zemeckis, «La isla» de Michael Bay, hasta la isla de «Perdidos» de J.J. Abrahams y D. Lindelof… Mas de todas esas islas de las que acordarse, hay una que me gusta especialmente: «La isla del tesoro», de Robert Louis Stevenson.
«La isla del tesoro» es uno de los libros ubicados en mi estante de libros top, esos libros que uno guarda con cariño pensando en volverlos a leer. Todos los apasionados de la lectura tienen un lugar para sus libros tops, libros que han de ser muy importantes para ellos, porque, salvo escasas excepciones, pocas veces se vuelve a leer un libro por segunda vez. Imagina leerlo por cuarta. Podremos ver «Pretty Woman» cada vez que la ponen en la tele, pero cuan raro suena eso de volver a encontrarse con un libro y leerlo por mero gusto.
Mi libro de «La isla del tesoro» no es la típica edición señorial de tapas duras que tanto relumbran y visten librerías. Se trata de un humilde libro de tapa blanda de la editorial SM, de los que los profes mandan leer a los niños en el colegio, poblado de simpáticos dibujitos a color cada tres páginas. Los amarillentos cantos de sus páginas evidencian el pasar de los años y las irregularidades de sus tapas y hojas indican lo manoseado que ha sido. Por algo es el libro que más veces he releído. Perdí la cuenta hace años.
Y tanto lo he releído que, por no darle más castigo al papel, finalmente lo acabé comprando en digital y ahí lo tengo en mi Kindle, para releerlo donde me pille, a ratos. Y si bien me he divertido leyéndolo en el cacharro electrónico, en su versión de papel me sigue resultando simpático. De hecho, más de una vez, al pasar andando frente a su estantería, acabo con el manoseado libro en mis manos, contemplando los infantiles dibujos del joven Jim Hawkins, el inteligente Dr. Livesey, el bueno del Sr. Trelawney, el pobre Ben Gunn o el temible Long John Silver.
«La isla del tesoro» es una gran novela de aventuras. Su historia narra la gran aventura que a todo joven le gustaría vivir: encontrar un mapa del tesoro, salir por primera vez de casa y hacerse a la mar para buscarlo en la otra aparte del mundo conocido. Un planteamiento sencillo que da como resultado un libro disfrutón, recomendado a jóvenes con edades comprendidas entre los 10 y los 120 años. Porque… ¿quién no ha soñado alguna vez con correr aventuras entre espantosos piratas, barcos ondeando bandera negra, cañones humeantes y cofres llenos de monedas de oro?
Para este verano, ya tengo preparada mi lista de lecturas. De hecho ya empecé con Arturo Pérez Reverte y tengo en espera al bueno de Stephen King. También caerá Galdós. Y algunos comics también, como el último de Mortadelo y Filemón, de Ibáñez de mi vida. Pero que sepas, que como el cuerpo me pida aventuras, lo mismo me dejo caer por mi estantería de libros tops y me leo mi libro de «La isla del tesoro» en dos tardes al fresco.
Descubre los clásicos. Nunca pasan de moda.
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