El ser humano es gregario por naturaleza. Siempre busca la pertenencia a un grupo para sentirse parte de algo y dar sentido a su vida. Y, a la vez, siempre busca a un líder que le resuelva su papeleta, ya sea espontáneamente, ya sea mediante sanguinarias luchas de poder, ya sea por la gracia de Dios, ya sea mediante colectivos asamblearios que a golpe de guitarra y buenas intenciones están tan de moda últimamente. Sí, gregario decía yo.
Nos creemos únicos, nos creemos irrepetibles, nos creemos dueños de nuestros destinos. Y no somos nada más que parte de la gran colectividad humana. Una colectividad que se cree la mejor especie del Universo. Y tampoco es nada ante un Universo cuya inmensidad la empequeñece a la mínima expresión. E insisto: somos gregarios.
Cuando se habla de una persona gregaria, se habla de una persona que sigue y cree a ciegas las ideas que no les son propias. Curioso es que, cuando se habla de un animal gregario, se habla de un animal que vive en rebaño o en manada. Si el ser humano es un animal más de este planeta, también podríamos decir que por su carácter gregario, el ser humano vive en rebaño.
Sin ánimo de creerme diferente al mundo, puesto que yo, al igual que tu, también soy gregario, muchas veces doy la impresión que mi mente está en otras cosas, y lo cierto es que siempre me ha gustado observar lo que pasa por mi alrededor, aunque sea de lo más simple o absurdo. Y de las cosas que más me gusta observar son los rebaños de ovejas. ¿Y sabes una cosa? Se comportan igual en sociedad que los seres humanos:
- El pastor del rebaño es el líder indiscutible a quien seguir. Sin cuestionarlo, las ovejas van donde el pastor quiere, comen lo que el pastor quiere, descansan lo que el pastor quiere y viven hasta que el pastor quiere.
- Los perros pastores son quienes, atendiendo directamente las instrucciones del líder indiscutible, sin cuestionarlo pastorean al rebaño, las guían por el camino recto, sin descanso y con tensión. Pero también les proporcionan seguridad, evitando los coches, evitando los predadores.
- En la vanguardia del rebaño van las ovejas más valientes y dispuestas, aquellas que están en posesión de facultades plenas. Siempre ávidas de nuevas emociones y nuevos pastos. Siempre conscientes que, aún dentro del orden establecido por el pastor y los perros, hay una gran mayoría que las sigue. Tienen muchos followers.
- Pegadas al pastor están las ovejas pelotas. Lo veneran. Su culto es un crisol de amor, ceguera, pasión, idolatría y miedo a perderlo. Ignorantes de que su destino está en las manos de su dios, lo rozan, le cantan, le hacen fiestas.
- En el pelotón se encuentran la mayor parte de las ovejas. Se dejan llevar por el ritmo impuesto por el pastor, los perros y las ovejas de la vanguardia. Sus vidas se basan simplemente en vivir vagando de un lugar a otro, comiendo lo que les toque y aceptando lo que les venga.
- También hay que hablar de las ovejas negras, aquellas que se salen de lo establecido. Aquellas a las que su propio rebaño deja de lado por tener una conducta inadecuada. Aquellas a las que los perros enseñan sus dientes mojados en espesas babas. Aquellas a las que el pastor les deja caer con toda su fuerza el peso de su cayada.
- Y por último, en la retaguardia se encuentran las ovejas a las que todos ignoran. Las ovejas viejas y las impedidas. Las que otrora sirvieron en la vanguardia o bailaron las aguas al pastor, hoy son olvidadas y caídas en desgracia, quedando condenadas a yacer en una cuneta, o incluso en mitad del camino, en el caso de que el cansancio se torne en muerte al ser incapaces de seguir el ritmo del rebaño.
En definitiva y resumiendo: que la vida es cosa sencilla y que estamos hechos unos borregos. Así que «opá, via’hasé un corrá».
PD.- Carmen Sevilla, te dedico este post.
Nota: el autor de este post no pretende herir la sensibilidad de ningún colectivo humano o de otra especie con sus palabras. Asimismo tampoco pretende menoscabar los derechos de las ovejas de la tercera edad, de las ovejas con discapacidad, o de las ovejas en riesgo de exclusión.
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